TEXTO CURATORIAL para la muestra "DESDE EL AGUA" en la Biblioteca Nacional Mariano Moreno, noviembre 2014
En los
orígenes de Laura Massoni alienta la tierra de los minuanes, su convivio
comunitario, su carnadura filial. Los ríos, a la vez frontera y pasaje, han conformado
el cobijo y la heredad; cursos y caudales perceptivos y afectivos. Para la
artista, aquello que se ve incluye,
entre otras, la extensa y titubeante
variable de lo subjetivo de la
historia personal, familiar, colectiva. Y, además, una cronología del cuerpo, quizá cuenca, quizá sauce, certeramente memoria
y espera del horizonte. Se trata entonces de un "estar" desde
el agua. Del
arte como zona "abisal", morada. Ethos.
En los comienzos de Laura Massoni
el dibujo y la escultura fecundaron la elección por el "juego"como
clave de acceso a una irreductible libertad. Haydée Calandrelli. La deriva condujo
a "estallar
el escudo de la especialidad“(LM). Por tanto, la pintura, más que
un lenguaje o una disciplina, es el hallazgo en la encrucijada donde se dirimen
los trayectos abstractos. Leonardo. Se trata entonces de un"estar"
en el hacer, fuera de cualquier ser específico, aunque la cortesía lo traduzca como
"artista
visual".
Del arte como elemento en el centro del mundo. Beuys.
La muestra actual da a conocer un conjunto de obras originales cuya
selección fue realizada, con criterios antológicos, a partir del extenso corpus pictórico producido por la autora
durante su más próxima exploración del paisaje. El marco curatorial se
construye desde la tesis, en clave histórico-artística, de que paisaje y
pintura llegaron a identificar sus cursos en la Modernidad, a partir de la enunciación
teórica del primero como género estético autónomo hasta su dilución como motivo
formal de la práctica del color. Y que no obstante, en la actualidad, esta
oposición involucrada en la aserción progresiva se ha abierto a una pluralidad
de opciones, en una napa arqueológica en la que el paisaje —en su vecindad con
el medio físico, el territorio o el hábitat—asume
de pleno su entidad transdiciplinar. En este rumbo, el paisaje puede ser entendido
como un espacio o colección de espacios
construidos por un grupo de agentes para producir sociedad (John Brinkerhoff Jackson, 2004), o provisto
de una dimensión ética (JörgZimmer, 2008), o bien como memoria del territorio (Juan F. Ojeda y Nuria Cano, 2009). Estos
enfoques impactan en los dominios de la visualidad y particularmente afectan
la dialéctica arte/paisaje contemporáneos, por lo que algunos especialistas insisten
en resaltar su carácter de concepto y de constructo: en cuanto concepto, el
paisaje comporta la trabazón para
interpretar en términos culturales y estéticos las cualidades de un territorio,
lugar o paraje y, siendo una creación cultural, es decir, humana, es algo que
se construye, social y epocalmente (Javier Maderueloet alt., 2008).
En tal contexto discursivo circula la conjetura de un retorno a las
imágenes pretéritas para mejor comprender el presente, lo que supone revisitar el pasado a través de la lupa de
los géneros pictóricos, ya sea de modo directo o a través de temáticas más
amplias que los incluyen (Natalia Giglietti y Francisco Lemus, 2008). El ayer
y el hoy pueden también reconfigurarse entre sí en un escenario
interdisciplinar que renueva el diálogo acerca del paisaje, entablado desde
tiempos inmemoriales por las literaturas y las artes. En Desde el Agua las obras se "entrelazan" al poema El Gualeguay de Juan L. Ortiz, construyendo
un locus de evocación —el paisaje—
para reconsiderar, a la vez, lo histórico y lo actual. El trabajo pictórico no transita
la ilustración ni la transposición: LM lo denomina asistencia mutua… ante la prueba
vivencial de que no existen "vocabularios ni formas predichas, estables o
definitivas, para estar agua, verso, línea, mancha".
La “asistencia”, esa tensión
de lo copresente, ese solidario
hallarse entre las palabras y las imágenes, dilata un horizonte que concentra
la belleza y la pasión. A la vastedad del poema de Juanele parecen replicar las cuantiosas obras de LM en un registro
de variaciones y serializaciones. En las pinturas de la una y en los versos del
otro la intersubjetividad se alude por lo figural, la austeridad se priva de los nombres propios, evita las pretensiones referenciales. Incluso
el habitante se desaloja como presencia para recobrase como perspectiva. Y, de
este modo, el río toma distancia, interior e íntimo.
Las imágenes de LM nos permiten preguntar porqué en nuestra
América los grandes ríos tienen vocación de mar. Y también lamentar que los
delate su inocente dulzura, ese sabor vital, difícil de traducir en
consistencia y color, en transparencia y reflejo. Los óleos y las témperas demoran
para la sensibilidad estas aguas deseantes, materiales y tangibles que conmueven
nuestra memoria. Y tendido entre visión y mirada, el espectador podría confrontar
lo inconmensurable bajo la protección de la tela.
Se dice que todo río talla su propio margen; sin embargo, en estas
pinturas es el ondular asiduo de la orilla lo que moldea al río; orlas: función
del árbol y de la colina, de los bancos de arena y de los cielos cambiantes. Friso.
El agua se aproxima a la idea cuando anega el plano; el símbolo se revela al
resplandor de la vegetación y lo nocturno. Ni universal, ni singular, el río es
particular… como elemento, como emoción—humedad y melancolía, luz y entusiasmo,
dirección e irreversibilidad.
Vestigio de palabras fundadoras,
pendiente de imágenes que dispone sentidos, Desde el agua es un hito en
el fluir del trabajo de Laura Massoni, según una finalidad expresa: “la tarea de continuar marcando la anomalía en el diseño perfecto y la
infinita combinatoria de posibilidades para reencontrarnos en otra voluta de la
espiral, con herramientas afines y saberes conocidos e inexplorados”.
Alicia Romero, Marcelo Giménez
TEXTO DE PRESENTACIÓN para la muestra "DESDE EL AGUA" en la Biblioteca Nacional Mariano Moreno, noviembre 2014
Es tan provocador pensar en los diferentes
ruidos del agua–tal como en su momento lo hizo el ensayista Aníbal Ford– como
pensar en los diferentes colores que acarre al marejada del río. Las témperas
de Laura Massoni se otorgan el encanto de descifrar los misterios de esta
alianza entre el flujo fluvial y los
oleajes oníricos del pincel. Ejercicio que también hace de la mirada un acto
comprometido con las tonalidades cambiantes del oleaje tan imperceptibles como
incesantes. Tal como creían los impresionistas, el color surge en el trabajo
simultáneo del ojo del espíritu con la naturaleza luciendo sus caprichosas
luces horarias. Mirar es inventar lejanías. Una orilla distante es apenas un
pequeño límite que las aguas –que pueden franquearlo todo– deciden respetar: y que la tormenta – que puede no venerar
nada–opta por comprender. En el pensamiento pictórico de Laura Massoni se alberga la idea de que son homólogos los
movimientos del río y los movimientos del color. Es un saber de fusión: cielo y
agua se conjugan, escritura y color se aglutinan, sueño y tormenta se asimilan,
témperas y temporal se asocian, orilla y cauce se confunden.
Horacio
González.
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